Muchas personas entienden el dicho El tiempo es oro de forma perjudicial para sus propias vidas. En lugar de valorar, disfrutar y saborear el tiempo, lo estrujan, comprimen y aprietan para que dé tiempo a más. Cuando la realidad es que en estas situaciones más no suele ser mejor. Con respecto al tiempo suele primar la calidad y no la cantidad si esperamos buenos resultados.
La norma fundamental para organizar nuestro tiempo se resume preguntándonos ¿para quién? y ¿para cuándo?
Es frecuente que las personas a las que les ocurre esto tengan muchas tareas por delante a lo largo del día y aun querrían hacer más. Nunca es suficiente. Son esas personas que comentan porqué el día no tendrá 30 horas en lugar de solo 24.
La autoexigencia suele ser frecuente en los problemas de organización del tiempo. Cuando no damos la importancia que se merece a nuestro propio autocuidado en referencia al reloj, además de parecer el conejo de Alicia en el País de las maravillas siempre llegando tarde, cargamos con algunas consecuencias desagradables, como son:
- Vivir con la sensación de estar siempre desbordados por el día a día, llegando por los pelos a aquello que hay que hacer o no llegando a todo aquello que se quiere hacer.
- Es fácil que con una actividad tan exigente algunas de nuestras demandas no sean satisfechas, porque es imposible estirar el tiempo como si fuera un chicle.
- El cansancio es muy frecuente en estas situaciones, debido a las demandas durante todo el día, todos los días.
- La indecisión suele estar muy presente, suele ir de la mano de la ansiedad. Ya que hay tantas alternativas disponibles y tantas cosas que se quieren realizar, que se trata de buscar la mejor manera de poder hacerlas todas.
- Suele haber una sensación muy recurrente de hacer lo que no se quiere, ya que se actúa en base a lo que quieren el reloj y la exigencia.
Lo más importante para poder organizar el tiempo es establecer prioridades, ya que sabemos que el tiempo es limitado.
- Las primeras cosas que realizaremos serán aquellas urgentes e importantes. Pero no importantes para otras personas, para mi familia, amigos o la sociedad, sino aquello que es importante para MÍ, para la persona que organiza su tiempo. Este detalle es fundamental, porque si no organizaremos el tiempo en base a factores externos.
- Después haremos aquello que sea importante para MÍ, pero no tan urgente.
- A continuación, llevaremos a cabo aquello que no es importante para MÍ, pero si es urgente.
- Por último, lo que ni es importante, ni urgente.
La norma fundamental para organizar nuestro tiempo se resume preguntándonos ¿para quién? y ¿para cuándo?
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